Cada inicio de año, mientras me zampo las uvas y pido mis doce deseos, uno o varios de ellos involucran cambios en hábitos saludables como mejorar mi alimentación o hacer ejercicio de forma más constante. Cada año es lo mismo, empiezo con todo el ánimo y a mediados de marzo todo vuelve a ser caótico y dejo el cambio para el siguiente año.
Este año con tantos cambios que ha habido, pude cambiar muchos hábitos y hacer una alimentación como la que llevo años intentando. Lo que más influenció mi cambio, fue la falta de presión social y el tiempo que invertí en trabajar en mi. Por fin me di cuenta de mucho que me veo influenciado por lo que me rodea y como ahora lo que me rodeaba eran las ganas de mejorar mi salud, el cambio surgió.
Invertir a largo plazo en nuestra salud no debería ser un castigo, al final debería ser algo que hacemos con gusto. Iniciar por tomarle gusto a una alimentación más natural, menos sodio, menos azucares refinados y menos grasas. No todo debe ser prohibiciones, pero sí tratar de que sean comidas esporádicas las que excedan nuestras porciones.
Iniciar es el paso más complicado, pero de ahí mantenerse y aprender a comer mejor siempre puede convertirse en un placer.
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