¿Te ha sucedido alguna vez que tienes a una persona en tu vida con quien es divertido pasar el tiempo, pero su compañía te pone en riesgo o hace tambalear tu forma de ser?
Que nos hagan cuestionarnos o tambalear nuestra forma de ser, no necesariamente es malo, las formas en las que lo hacen o el por qué sucede es a lo que debemos estar atentos.
Hay personas que llegan por tiempo limitado a ofrecernos lecciones o a que nosotros les enseñemos algo, pero no necesariamente se quedan o están destinadas a permanecer.
Lleva tiempo el aprender a reconocer este tipo de situaciones, necesitamos estar atentos a señales en nuestra interacción con la gente. Si una persona a quien tú le brindas tu apoyo, tu amistad y tu tiempo, únicamente se preocupa por sí misma y no intenta siquiera retornar un mínimo de lo que tú das, aprende a alejarte. No todos podemos ofrecer lo mismo que se nos da, pero una relación sana es equilibrada y ambos lados deben aportar.
Alejémonos poco a poco, respondamos cada vez menos mensajes o hagámoslo con la intención de cortar la plática (sin detalles o sin preguntas), has planes por tu cuenta, aprende a reconocer quién es bueno para ti y aporta a tu plan de vida.
El proceso es largo y requiere esfuerzo; integrar a una persona a nuestra vida suele ser casi tan complejo como excluirla. ¿Te has visto en la necesidad de alejarte de alguien que te hace daño? Te leo.
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