Aprendamos a escoger lo que es bueno para el alma, no para nuestro ego.

El ego es la percepción y valía que tenemos de nosotros mismos, nos ayuda a tomar decisiones y a realizar acciones para la auto preservación. Es fácil de satisfacer cuando las acciones o decisiones que tomamos solo involucran nuestro propio bien; mas, en una sociedad en la que en teoría deberíamos buscar el bien mayor colectivo, el ego resulta una roca inamovible hambrienta de satisfacción.

A veces es una limitante para pedir perdón, reconocer nuestros errores e incluso para actuar de forma correcta. Es más fácil tomar decisiones que afecten a alguien más, aunque no necesariamente sea lo mejor que podemos hacer. El ego sí es necesario, pero debemos aprender a dosificarlo.

Podemos comenzar respirando cinco veces antes de tomar una decisión, respirar nos permitirá tener un minuto extra para analizar situaciones, decisiones o acciones. No dejes que el ego te aleje de quienes amas; a la larga no vale la pena una satisfacción a corto plazo.

Respira, analiza y toma una decisión que no solo te beneficie a ti; en un futuro agradecerás haber dejado de lado tu ego y conservado a aquellas personas que hubieses afectado por un arranque de auto adoración.

¿Te has visto inmerso en una situación donde tu ego haya arruinado alguna relación?, te leo.