No todos somos expertos en biología molecular ni en cómo cada molécula interfiere en las reacciones químicas que dan lugar a cada una de las maravillosas reacciones que genera nuestro cuerpo para que estemos vivos, pero nos corresponde aprender a cuidarnos. A veces lo más fácil en las mañanas en tomar una taza de café y una dona de las muchas franquicias que encontramos por toda la ciudad. Claro que es satisfactorio y alegra momentáneamente la panza y el corazón, ¿pero has pensado a largo plazo qué sucede con la chatarra que metes a tu cuerpo?
El cerebro es nuestro centro de mando, su alimento en esencia es el azúcar, pero es nuestro deber saber que no cualquier tipo de azúcar es benéfico para el capitán del barco. ¿Sabías que el azúcar refinado causa el mismo efecto que la cocaína en nuestro cerebro? Se vuelve una necesidad que puede llevarnos a estados de abstinencia. El azúcar que contienen la gran mayoría de los productos procesados la llamaremos de fácil acceso, igual que la dona matutina es fácil accesar a ella y el cuerpo no tiene que hacer ningún esfuerzo para utilizarla. Esto crea picos de comida para el cerebro, picos rápidos que nos son suficientes para mantener una actividad constante; es por eso que a veces después del llamado “rush de azúcar” nos sentimos cansados o tristes.
Nuestro cerebro necesita alimentos complejos con nutrientes, vitaminas, minerales, carbohidratos complejos que nos ayuda a mantener una línea de alimento para el cerebro. Hazte tiempo para quererte y cuidarte, alimenta tu cerebro para que no sufra tus decisiones rápidas por dormir cinco minutos más en la mañana. Algo tan sencillo como un buen licuado con porciones adecuadas puede ser la solución y un reemplazo más barato que una dona.
¿Qué desayunas en tu día a día?, te leo.
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