A veces cuando estoy triste pienso en un plato de papas fritas, en chocolate o en tratarme bien comprando el combo grande de una hamburguesa, ¿a alguien más le sucede esto?
Hemos relacionado la comida indiscutiblemente con placer, pero siempre lo pensamos como cosas procesadas, grasosas o con exceso de calorías justificando que lo merecemos por el mal día que hemos tenido.
Comer pasó de una necesidad a un consuelo; la mercadotecnia nos ha llevado de la mano a pensar que para consentirte, para quererte necesitas invertir dinero y exceso de calorías para sentirte mejor. La realidad es que si pensamos en querernos o en cuidarnos un plato de zanahorias tendría una mejor función para reconfortarnos de una forma más sana. Quererte, cuidarte implica más esfuerzo si lo hacemos de una forma consciente. Aprender a cocinar con porciones determinadas, de forma más sana es complejo al inicio, pero podemos convertirlo en un placer.
Aprende a quererte y cuidarte; si estás triste haz ejercicio para aumentar tu serotonina, cocínate algo rico sin faltarte al respeto. Ama y mueve tu cuerpo, trátalo como el templo que es… Será tu hogar durante toda tu vida.
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